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lunes, 12 de abril de 2010

Entre falsetes y silencios...

A veces me da por pensar que vivimos sobre un pentagrama musical. Presos en una red de cinco líneas presidida por la clave de todos nuestros actos; la luz del día. Más allá sostenidos en o entre líneas y símbolos (estúpidos humanos, aplicado a la vida) que alteran el tono, aumentan o reducen el intervalo y crean armonías asonantes. O rimas desquiciantes.

Así que ojo, se ha dicho. Atentos a las semicorcheas en forma de tren desbocado terminando en tresillo. Toda obra tiene su parte complicada; como la vida de cada uno, vaya. Pero la amplia ligadura que enlaza primera y segunda frase, el antes y el después, el hoy y el mañana, no se puede romper. Perdería la canción coherencia, expresión.... Ritardando provocado, en lenguaje musical y Parón y media vuelta se dice en la calle.




Pero han ido a dar con la más tonta. Me han elegido a mí para interpretar la propia sinfonía de mi vida, o de la nuestra; no he pensado enfoque todavía. Lo que sí sé es que no será nada lento. Más bien un moderato con fines de semana en swing. Síncopas de ponche con cola y platillazos cerrando compás. Una locura: timbales, viento madera retumbando, xilófonos valientes, cajas, bombos. Y de repente el dulce solo del niño. Paz, tranquilidad: dos días, a lo sumo tres. El arco del contrabajo en ataque de histeria, la tuba afónica con ganas de revancha, cuatro gotas de arpa, tambores, triángulo, redoble… y A Tempo.


Y la vida, como el baile, cuestión de agarrar el ritmo.

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