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jueves, 5 de agosto de 2010

Once minutos.

Creo que lo mejor de los libros no es las historias que cuentan, sino las interpretaciones que hacemos de ellas y cómo nos cobijan cuando nadie más puede, cuando buscamos a alguien que nos comprenda y es imposible; cuando necesitamos una vía de escape en nuestra vida. Supongo que por eso me gusta escribir, porque me permite una doble posibilidad: a la vez que saco fuera de mí mis propios fracasos, mis alegrías o mis frustraciones, consigo crear una vía de escape para quien me lee, que se siente identificada aunque nuestras historias sean totalmente opuestas. Cree en ello porque necesita creer en algo, porque está perdida o confusa y quiere sentir que existen más personas que se sienten igual que ella. Ocurre con todo aquello que siendo ajeno a nosotros nos hace sentirlo nuestro, como la música. Y eso es lo que a mí me parece misterioso y bello.

Como complemento a todo esto, solo me gustaría mencionar algunas ideas que he extraído de un libro que ayer mismo terminé y del que ya dejaba algunas pinceladas en la entrada anterior. Se trata del libro "Once minutos", de Paulo Coelho.

El libro cuenta la historia de una chica brasileña que decide trabajar como prostituta por su cuenta y riesgo en Suiza, guiada por una serie de decisiones erróneas que la llevan hasta allí, sin darse cuenta de que su futuro, realmente, está en sus manos, y que las decisiones no las toma el destino por ella, sino que en su mano está realizar sus sueños.
Como he dicho anteriormente, los libros son mágicos porque nos permiten crear nuestras propias interpretaciones, y así lo he hecho yo con este. Y es que, ¿acaso no es nuestra vida así? A veces (muy a menudo) tengo la sensación de que ignoramos que tenemos en nuestras manos la capacidad para ser felices, pero casi siempre dejamos escapar las oportunidades porque nos da miedo afrontar cambios, porque es más fácil someternos a lo que ya conocemos. Lo malo es que la vida no es como nos la han contado, y es una gran mentira que los sentimientos no se pueden controlar. Sí que se pueden controlar, modificar, someter, reprimir. No tenemos más que pensar en todos los momentos que hemos dejado pasar, todos los abrazos que no hemos llegado a dar, las palabras que jamás dejamos salir, las lágrimas que nadie vio nunca. El problema es que eso es lo que nos hace ser más inseguros y menos felices, controlar nuestros sentimientos, es lo que nos desgasta por dentro. El mismo hecho de saber que el destino no lo controla nadie ni nada por nosotros, somos nosotros los que construimos nuestro futuro, los que sentamos las bases de nuestra existencia; pero nos cohibe el miedo, nos aterra ser felices, por paradójico que suene. El ser humano es inseguro por naturaleza.

Nuestra vida, en algunos momentos, es como la de esa chica que tomó mal sus decisiones y pensó que no había marcha atrás, sin darse cuenta de que la vida, ya de por sí, nos regala un amplio abanico de oportunidades.

3 comentarios:

  1. Por eso es tan difícil escoger, debes escoger correctamente,
    pero si no escoges, todo permanece posible...

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  2. y mientras crees que esperas a que sea posible, se convierte en un imposible.

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  3. me parece una explicacion extraordinaria de la capacidad de dominar nuestra propia vida...realmente somos nosotros mismos los que escribimos y mientras lo hacemos decidimos como iran transcurriendo los capitulos de la misma..y lo importante es habernos mantenidos emocionados hasta que el final nos encuentre

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