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martes, 18 de mayo de 2010

Cristal opaco.

Mi luz será tu luz.
Mi vida, fiel servidora de tu grandeza,
tu autoestima y tus deseos.
Condenada a la eterna incapacidad para dejar de quererte,
para pensar que mi felicidad acaso
 vale algo más que la tuya.
Tu vida, tan grande e importante,
incomparable a las demás.
Tus lágrimas de cristal,
tan delicadas. Las recojo una a una,
las busco en el inmenso espacio.
¿Me ves?
Imposible, todo lo que es más importante que yo
te refugia de mí. Estás ciega.
Arráncame el corazón sin piedad,
penetra en mi piel como cuchillas afiladas
y siénteme. Siente que yo también sangro
y no tengas miedo,
el daño físico es lo que menos importa
y si esto te sirve
mi sufrimiento tendrá recompensa.
Egoísta.

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